David J. Pollay, un periodista estadounidense experto en Psicología Positiva, cuenta que un día andaba con mucha prisa y el tren que normalmente tomaba tenía un retraso de media hora, así que no se lo pensó dos veces y tomó un taxi.
Cuando el taxi intentó abandonar el carril preferencial, otro coche salió de la nada y el taxista tuvo que frenar con fuerza. Después de algunos segundos, que a David le parecieron eternos, el taxi finalmente se detuvo y, por pocos centímetros, no ocurrió un accidente.
Sin embargo, el asunto no terminó ahí. El conductor del coche, aunque no tenía razón, se bajó del vehículo dispuesto a discutir con el taxista. David no daba crédito a lo que sucedía: en vez de disculparse, el conductor le echaba la culpa al taxista y adoptaba una actitud agresiva. Aquello amenazaba con convertirse en una pelea en toda regla y no podría llegar a tiempo a su reunión.
No obstante, el taxista cambió el rumbo de los acontecimientos. En vez de enfadarse, le sonrió al conductor iracundo, lo saludó y retomó la marcha, haciendo oídos sordos a sus palabras amenazantes. David estaba asombrado, se preguntó cómo aquel hombre había sido capaz de actuar con tanta ecuanimidad. Entonces el taxista le dio una lección que le serviría de inspiración para escribir su libro y postular la Ley del Camión de la Basura.
El taxista le explicó que hay muchas personas que son como un camión de la basura porque van por el mundo llenos de “residuos emocionales” (rabia, frustración, insatisfacción, pesimismo). Y mientras más basura acumulan, más necesidad sienten de encontrar un sitio donde descargarla pues no pueden soportar el peso de esas emociones. Por tanto, si se lo permitimos, descargarán esa basura encima de nosotros y nos arruinarán por completo el día.
Esta historia nos sugiere que cuando una persona intenta atacarnos o amargarnos el día sin ninguna razón aparente, es porque acarrea consigo un pesado fardo emocional del cual intenta deshacerse. La buena noticia es que podemos decidir si hacernos cargo de esas emociones negativas o pasar de ellas y seguir nuestro camino.
De hecho, es probable que ahora mismo estés recordando a algunas personas que se comportan como auténticos “camiones de basura”. En realidad, ese es el primer paso para evitar que te arruinen el día: saber exactamente quiénes son. Una vez que has detectado a estas personas, podrás mantenerte atento a sus comportamientos y actitudes e impedir que descarguen sobre ti todos sus problemas e insatisfacciones.
Cuando estas personas intenten descargar su basura emocional sobre ti, respóndeles sin perder la calma, con tranquilidad y sin alzar la voz. Aplica el concepto de «resistencia a la reacción», una idea muy antigua que nos enseña que si sucumbimos ante nuestro primer impulso, es probable que terminen activándose una serie de mecanismos a nivel psicológico y fisiológico que después son más difíciles de controlar.
De hecho, si te exaltas, tu cerebro emocional puede tomar el mando y aumentan las probabilidades de que termines perdiendo el control, haciendo que la situación degrade rápidamente. Para dominar tus emociones, te será útil tener en mente que es más fácil apagar una chispa que controlar un incendio. Por tanto, ponle freno al enfado antes de que se transforme en ira.
Por supuesto, no es una tarea fácil, sobre todo las primeras veces, pero poco a poco irás aprendiendo a dominarte y al final te saldrá de manera tan natural que te preguntarás cómo es posible que antes te enfadaras por cosas tan intrascendentes. Se trata de un cambio de perspectiva que vale la pena porque traerá una tranquilidad enorme a tu vida.
No permitas que nadie te arruine el día. Nuestro deber no es absorber las frustraciones, ansiedades y decepciones de otras personas.
No hemos venido al mundo para cargar con la energía negativa de los otros ni para volcar la nuestra a los demás. Debemos despejar nuestro camino de obstáculos innecesarios e ignorar las acciones y actitudes negativas de otras personas. Y no debemos limitar nuestras posibilidades por culpa de pensamientos derrotistas.
No hemos venido al mundo para cargar con la energía negativa de los otros ni para volcar la nuestra a los demás. Debemos despejar nuestro camino de obstáculos innecesarios e ignorar las acciones y actitudes negativas de otras personas. Y no debemos limitar nuestras posibilidades por culpa de pensamientos derrotistas.