No me interesa tu doctorado, maestría, ni siquiera tus prácticas religiosas y espirituales.
Me interesa saber si te permites ser tocado en el corazón, sin ningún peso del conocimiento que cargas.
Me interesa cuánto de lo divino reconoces en ti.
Me interesa cuánto de lo divino ves allí, en aquel ser humano pobre, desolado y miserable...
No me interesa cuánto conocimiento has acumulado, si eres mago, pastor, gurú, maestro, aprendiz.
Me interesa el conocimiento que tienes sobre ti mismo, si conoces tus misterios, tus anhelos, temores, sueños... ¿Conoces tus sombras?
No me interesa tu dieta vegetariana, vegana, o si vives de luz porque te importa la vibración del alimento.
Me interesa si eres capaz de aceptar lo que el otro come o le hace falta para comer, si eres capaz de ver todo lo contrario de lo que vives y aún así respetar...
No me interesa cuánto de trascendencia has alcanzado, si eres un ser fuera o más allá del mundo, poco importa.
Me interesa si puedes caminar entre seres humanos, ver que eres un ser humano más y honrar tu propia humanidad con todo y la decadencia que existe en la misma.