Más allá del relato de mi enfermedad, más allá del relato de que mi vida no esté siendo como había planeado que fuera, más allá de lo que debería y no debería ocurrir, aquí estoy en este momento. Respirando. El corazón late. Aparecen sonidos. Danzan toda clase de pensamientos, sentimientos, sensaciones. Tal vez algún dolor. Tal vez algún miedo. Tal vez el sentimiento de que nadie me quiere, el sentimiento de abandono, de inutilidad, de debilidad, de agotamiento, de soledad. ¡Quién sabe qué ola llegará a continuación!
El gran descubrimiento es que todo está profundamente aceptado aquí, en este espacio. Lo que en verdad soy acepta siempre profundamente la experiencia presente, incluso cuando lo que sucede me parezca inaceptable ahora mismo. Lo que soy, ya le ha dado permiso para entrar. Lo que soy, ya ha dicho sí a todo ello. Por eso este momento es como es. Las compuertas de la vida están permanentemente abiertas; así que, cuando regreso a la experiencia presente, descubro que este momento nunca es insoportable —incluso aunque sienta que no puedo soportarlo en este instante—, al igual que ninguna ola le resulta nunca insoportable al océano. Lo que soy lo acoge todo, lo permite todo, lo admite todo; y en ello reside la paz que sobrepasa todo entendimiento incluso en medio del dolor y la enfermedad.
La Mas Profunda Aceptación. Jeff Foster.