el arte de ignorar para ser feliz

Se cuenta que en una ocasión, un hombre se acercó a Buda y, sin decir palabra, le escupió a la cara. Sus discípulos se enfurecieron.

Ananda, el discípulo más cercano, le pidió a Buda: ¡Dame permiso para darle su merecido a este hombre!

Buda se limpió la cara con serenidad y le respondió a Ananda: No. Yo hablaré con él.

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Y uniendo las palmas de sus manos en señal de reverencia, le dijo al hombre: Gracias. Con tu gesto me has permitido comprobar que la ira me ha abandonado. Te estoy tremendamente agradecido. Tu gesto también ha demostrado que a Ananda y a los otros discípulos todavía pueden invadirle la ira. ¡Muchas gracias! ¡Te estamos muy agradecidos!

Obviamente, el hombre no daba crédito a lo que escuchaba, se sintió conmocionado y apenado.

Esta parábola nos muestra qué significa exactamente ignorar, una palabra que a menudo tiene una acepción negativa y que puede hacer que nos sintamos “malas personas” por ignorar a los demás.

Ignorar es sencillamente no permitir que las palabras, actitudes y comportamientos dañinos de los demás afecten nuestro equilibrio interior. Da igual lo que hagan o digan los demás, lo que importa es cómo reacciono yo ante lo que otros me dicen o me hacen y para alcanzar la paz interior debemos trabajar mucho el amor. Ignorar no es una venganza ni una manera de sentirnos superiores al otro, no, es tan solo una manera de protegernos aprendiendo a ignorar conductas y acciones, a no prestar atención a ciertas personas en ciertos momentos, somos responsables de lo que hacemos y pensamos pero no de lo que hacen o piensan los demás y como indica la parábola el que me ofende no es culpable de mi reacción, solo yo decido ofenderme o responder airadamente. Y cuanto más paz tengamos en nuestro interior más paz habrá a nuestro alrededor.

La aceptación radical implica aceptar algo completamente, sin juzgarlo.