Negación, Ira, Negociación, Depresión, Aceptación. Esperanza
Negación y aislamiento: la negación nos permite amortiguar el dolor ante una noticia inesperada e impresionante; permite recobrarse. Es una defensa provisoria, y pronto será sustituida por una aceptación parcial: “no podemos mirar al sol todo el tiempo”.
Aceptación: quien ha pasado por las etapas anteriores en las que pudo expresar sus sentimientos -su envidia por los que no sufren este dolor, la ira, la bronca por la pérdida del hijo y la depresión- contemplará el próximo devenir con más tranquilidad. No hay que confundirse y creer que la aceptación es una etapa feliz: en un principio está casi desprovista de sentimientos. Comienza a sentirse una cierta paz, se puede estar bien solo o acompañado, no se tiene tanta necesidad de hablar del propio dolor… la vida se va imponiendo.
Los Cuatro Pasos:
Mantener el contacto: principalmente en los momentos dolorosos, como aniversarios.
Los otros hermanos: pueden descuidarse. Ellos también sufren intensamente y tienen la necesidad de desahogarse. Hablar del fallecido y compartir, cada uno a su manera, el dolor de la pérdida puede ser la mejor manera de ayudarse unos a otros y afrontar sanamente la experiencia del duelo
Negación y aislamiento: la negación nos permite amortiguar el dolor ante una noticia inesperada e impresionante; permite recobrarse. Es una defensa provisoria, y pronto será sustituida por una aceptación parcial: “no podemos mirar al sol todo el tiempo”.
Ira: la negación es sustituida por la
rabia, la envidia y el resentimiento; surgen todos los por qué. Es una fase
difícil de afrontar para los padres y todos
los que los rodean; esto se debe a que la ira se desplaza en todas direcciones,
aun injustamente. Suelen quejarse por todo; todo les viene mal y es
criticable. Luego pueden responder con dolor y lágrimas, culpa o vergüenza. La familia y quienes los rodean no deben tomar esta
ira como algo personal para no reaccionar en consecuencia con más ira,
lo que fomentará la conducta hostil del doliente.
Negociación: ante la dificultad de afrontar la difícil realidad, más el enojo con la
gente y con Dios, surge la fase de intentar llegar a un acuerdo para
intentar superar la traumática vivencia.
Depresión: cuando
no se puede seguir negando la persona se debilita, adelgaza, aparecen otros
síntomas y se verá invadida por una profunda tristeza. Es un estado, en
general, temporario y preparatorio para la aceptación de la realidad en el que es contraproducente intentar animar al
doliente y sugerirle mirar las cosas por el lado positivo: esto es, frecuentemente,
una expresión de las propias necesidades, que son ajenas al doliente. Esto
significaría que no debería pensar en su duelo y sería absurdo decirle que no
esté triste. Si se le permite expresar su dolor, le será más fácil la
aceptación final y estará agradecido de que
se lo acepte sin decirle constantemente que no esté triste. Es una etapa en la
que se necesita mucha comunicación verbal, se tiene mucho para
compartir. Tal vez se transmite más acariciando la mano o
simplemente permaneciendo en silencio a su lado. Son momentos en los que
la excesiva intervención de los que lo rodean para animarlo, le dificultarán su proceso de duelo. Una de las cosas que
causan mayor turbación en los padres es la discrepancia entre sus deseos
y disposición y lo que esperan de ellos quienes los rodeanAceptación: quien ha pasado por las etapas anteriores en las que pudo expresar sus sentimientos -su envidia por los que no sufren este dolor, la ira, la bronca por la pérdida del hijo y la depresión- contemplará el próximo devenir con más tranquilidad. No hay que confundirse y creer que la aceptación es una etapa feliz: en un principio está casi desprovista de sentimientos. Comienza a sentirse una cierta paz, se puede estar bien solo o acompañado, no se tiene tanta necesidad de hablar del propio dolor… la vida se va imponiendo.
Esperanza: es la que
sostiene y da fortaleza al pensar que se puede estar mejor y se puede promover
el deseo de que todo este dolor tenga algún
sentido; permite poder sentir que la vida aún espera algo importante y trascendente
de cada uno. Buscar y encontrar una misión que cumplir es un gran
estímulo que alimenta la esperanza. Ayúdate aprendiendo alguna técnica de relajación y respiración. Cada etapa no tiene un tiempo estipulado, depende de cada persona. Algunas personas pueden estar más tiempo en la “ira” y menos tiempo en la “depresión”. Puedes identificar en cual te encuentras y esto te ayudará a superarla.
A causa del dolor, a veces hay un deseo o tentación de acelerar el proceso, o incluso de apartarlo. Para el alma, el dolor es una expresión de amor, y todas las expresiones de amor son sanadoras. Si nos resistimos al dolor, literalmente envolvemos nuestro dolor en energía y lo encerramos. Llorar es el modo natural que tiene el cuerpo de limpiar tal densidad energética; las lágrimas hacen que fluya la energía, y de ese modo permiten la sanación.
A causa del dolor, a veces hay un deseo o tentación de acelerar el proceso, o incluso de apartarlo. Para el alma, el dolor es una expresión de amor, y todas las expresiones de amor son sanadoras. Si nos resistimos al dolor, literalmente envolvemos nuestro dolor en energía y lo encerramos. Llorar es el modo natural que tiene el cuerpo de limpiar tal densidad energética; las lágrimas hacen que fluya la energía, y de ese modo permiten la sanación.
Los Cuatro Pasos:
Aceptar la pérdida
Aunque sea la cosa más difícil que has hecho en toda tu vida, debes llegar a aceptar esta dura realidad: tu ser querido ha muerto y no va a regresar. Aceptar con la cabeza es fácil, sabes que ha muerto. Lo difícil es aceptar con el corazón. Es pues muy normal un tiempo (pueden ser meses) en el que te niegues o te rebeles contra la dura realidad. Date tiempo.
Hablar de tu pérdida, contar las circunstancias de la muerte, visitar el cementerio o el lugar donde se esparcieron los restos…Todo esto te puede ayudar poco a poco, y con mucho dolor, a ir aceptando el hecho de la muerte. Sabrás que has podido dar este paso, cuando pierdas toda esperanza de recuperar a tu familiar o amigo, será el momento de la verdadera despedida.
Aceptar la pérdida puede resultar especialmente difícil si la muerte fue inesperada o violenta, si estabas lejos cuando ocurrió y no pudiste participar en los ritos funerarios, si no se recuperó el cadáver, si se trata de la muerte de un niño...
COMO AYUDAR A ALGUIEN QUE HA PERDIDO UN SER QUERIDO
Sentir el dolor
Necesitas también sentir el dolor y todas las emociones que le acompañan: tristeza, rabia, miedo, impotencia, desesperación, culpa… Habrá personas que te dirán: “Tienes que ser fuerte”. No les hagas caso. No escondas tu dolor. Comparte lo que te está pasando con tu familia, amigos de confianza…No te guardes todo para ti mismo por miedo a cansar o molestar. Busca aquellas personas con las cuales puedes expresarte tal y como estás.
Si no quieres compartir o mostrar tus emociones a otros, no tienes porque hacerlo, pero debes buscar otras manera de dar salida y vivir tus emociones en privado.
Aprender a vivir sin esa persona
Recuerda que hay tiempo para todo, para sentir y vivir el duelo, pero también para hacer, para ocuparte de las muchas actividades de la vida cotidiana. Aunque sientas que el mundo se ha parado para ti, también es cierto que la vida sigue con sus muchas y quizás nuevas exigencias. Una actitud adecuada sería aquella que busca un cierto equilibrio entre el sentir y el hacer.
Así, hacer el duelo significa también aprender a vivir sólo/a, aprender a tomar decisiones por ti mismo/a, aprender a desempeñar tareas que antes hacía el fallecido, aprender nuevas formas de relación con la familia y amigos, aprender un nuevo sentido del mundo y de uno mismo...
Recuperar el interés por la vida y por los vivos
Llega un momento en que sabes que es necesario soltar el dolor y el pasado. La vida te espera llena de nuevas posibilidades. No hay nada malo en querer disfrutar, en querer ser feliz, en querer establecer nuevas relaciones… En el caso de la muerte de la pareja, no hay motivo para avergonzarse si aparece de nuevo el deseo sexual. En realidad, el corazón herido cicatriza abriéndose a los demás. Esto es lo que escribía una adolescente a su madre 2 años después de perder a su padre: “Existen otras personas a las que amar, y eso, no significa que quiero menos a papá”.
Finalizar el duelo no es olvidar... Para cada persona puede significar cosas distintas:
- Puede significar llegar a perdonarle y perdonarte por todo lo que quizás no fue la relación, por todo lo negativo, por el daño causado...
- Pensar en él o ella sin sentir ya ese latigazo de dolor y recordarle con ternura y agradecimiento por lo vivido juntos.
- Es poder dar un sentido a todo lo que has vivido en estos meses o años.
- Es entender con el corazón en la mano que el AMOR no se acaba con la muerte
En cierto modo, nunca te recuperas de una pérdida significativa, porque ésta inevitablemente te cambia. Tu puedes escoger si ese cambio será a mejor
Evitar las frases hechas: "tienes que olvidar", "debes ser fuerte". Si no sabes que decir, no digas nada. Lo que más necesitan al principio es hablar y llorar.
Tener en cuenta las actitudes que no ayudan: no intentes buscar una justificación a lo ocurrido, no es el momento de ver las ventajas de una nueva vida.
Dejar que se desahoge: no lo distraigas de su dolor, no temas tú mismo llorar o emocionarte.
Permitir que hable del ser querido que ha muerto: recordar a la persona amada es un consuelo para los sobrevivientes.
Mantener el contacto: principalmente en los momentos dolorosos, como aniversarios.
LOS NIÑOS Y EL DUELO
Sugerencias para acompañar a un niño que ha perdido un ser querido:
Ser completamente honesto con el niño/a: ellos ven las reacciones de los adultos y los cambios de rutina de la casa. Aconsejable apartarlo transitoriamente ante muertes repentinas o inesperadas. En menores de tres años la muerte es algo provisional y reversible. Explicar con ejemplos de la naturaleza.
Permitir que participe en los ritos funerarios: puede ayudarle a comprender qué es la muerte y a iniciar mejor el proceso de duelo. Explicar con anticipación lo que sucederá. No forzarlo nunca.
Animarle a expresar lo que siente: más fácil si se expresan en la familia. Temores frecuentes son: si él causó la muerte, si le pasará eso a él y quién lo va a cuidar.
Respetar su manera de afrontar la pérdida: frecuente son los cambios de carácter, alt. en el sueño, el apetito. Puede jugar a morirse.
Mantenerse física y emocionalmente cerca del niño: no temamos expresar nuestras emociones frente a él, así también las expresará. También respetar sus momentos solos.
Estar atentos a la aparición de signos de alerta: desinterés prolongado por actividades de la vida cotidiana, dificultades para conciliar el sueño, pérdida de apetito, miedo a quedarse solo, comportamiento infantil, expresiones repetidas del deseo de reencontrarse con el fallecido, alejamiento de amistades, fracaso escolar importante o negativa de ir a la escuela.
DUELO EN EL ADOLESCENTE
Se pide a menudo a los adolescentes ser fuertes: incluso a veces que sostengan el dolor de otros, lo que hace que renuncie a su propio duelo (duelo congelado). Se le pide que se comporte "como adulto".
La adolescencia suele ser ya una etapa difícil: además de los cambios de su etapa, deben hacer frente a la pérdida de un ser querido. Es necesario apoyo afectivo.
Puede faltarles ayuda: si no la encuentra en su familia, busca a sus amigos, que en temas de la muerte se sienten impotentes o pueden ignorarlo.
Conflictos de relación: si fallece uno de sus padres, queda un sentimiento de culpa y de tarea "inacabada", en el sentido del proceso normal de independencia, lo que puede hacer del proceso de duelo algo más difícil.
Signos que indican que un adolescente necesita más ayuda: síntomas de depresión, dificultades para dormir, baja autoestima, fracaso escolar e indiferencia hacia esas actividades, deterioro en relaciones familiares y de amistades, conductas de riesgo (OH, drogas), negación del dolor.
MUERTE DE UN HIJO Y SU IMPACTO EN LA PAREJA
Los padres se sienten responsables de la protección de sus hijos y, su pérdida, suele ser vivida como un fracaso y con gran culpabilidad. Frecuente que se produzcan tensiones y conflictos.
Dificultades para aceptar que la pareja viva la pérdida a su manera: un miembro de la pareja puede sentir que al otro no le importa la muerte lo suficiente, como a él/ella.
Culpar a la pareja: reproches contínuos, irritabilidad hacia el otro.
Falta de sincronicidad: distintos momentos de dolor o recaídas. Esto puede llevar a que se eviten el uno al otro en los momentos difíciles.
Las relaciones sexuales: las necesidades de uno pueden aumentar y las del otro disminuír e incluso desaparecer.
Sugerencia: confianza en expresarse mutuamente los sentimientos, procurar mantenerse unidos a la pareja.
Los otros hermanos: pueden descuidarse. Ellos también sufren intensamente y tienen la necesidad de desahogarse. Hablar del fallecido y compartir, cada uno a su manera, el dolor de la pérdida puede ser la mejor manera de ayudarse unos a otros y afrontar sanamente la experiencia del duelo
Vivir la muerte de un ser querido es probablemente una de las cosas más difíciles por las que pueda pasar un ser humano. La experiencia es única y distinta para cada persona y ninguna pérdida es comparable a otra, por lo que cada doliente siente y expresa su dolor de una sola manera, la suya.
A continuación están expuestas algunas sensaciones, sentimientos y reacciones experimentadas por otras personas que atraviesan tu misma situación.
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Cuando muere tu pareja...
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...el dolor que sientes puede ser tan terrible y dispara emociones tan fuertes, que te darán miedo y te parecerán imposibles de soportar...
...o puede que no sientas tanto dolor como esperabas..., o que no sientas nada..., y es que estás bloqueada..., no pienses que no le querías o que eres mala, no enterarte muy bien de lo que pasa es una defensa de la mente para no romperse...
...puedes desesperarte, estar enfadada con todos y contigo misma..., rabiosa, agresiva, irritable…, y sentirte celosa de las otras parejas…, o culpable por no insistir más en que dejara de fumar o se cuidara; se lo dijiste tantas veces... y no te hizo caso..., e incluso experimentar alivio... porque finalmente ha dejado de sufrir..., y se acabó todo...
Tener estos sentimientos es lo normal en tus circunstancias, no eres un bicho raro ni te vas a volver loca…, eso sí serán unos sentimientos muy intensos y te vendrán a tirones... y cuando te sacuden parece que te partes de sufrimiento…, llora..., llora profunda y amargamente..., será un desahogo y el nudo de tu pecho se irá deshaciendo.
Continuamente te preguntarás ¿por qué?, ¿por qué ahora? que estabais tan bien..., lo teníais todo..., él había empezado a cuidarse..., jubilado… ¿por qué él?, es injusto..., y todo sigue igual... Para todo esto nadie tiene respuestas..., pero quizás tu encuentres algún sentido a lo que te ha ocurrido..., o no.
Observarás que todos te evitan -a veces médicos y enfermeras incluidos- ...tranquila, no estás apestada, no tienes la culpa de nada..., el problema es nuestro, la muerte nos pone nerviosos... La gente no acertará a decirte nada sensato... o utilizará frases hechas del tipo de: “....bueno, mejor así, para como estaba…, te acompaño el sentimiento..., lo sentimos, pobrecita....”; o te pregunte: “¿como estás?...” y en vez de aliviarte te enfades todavía más y pienses: “...éste es tonto, pues como voy a estar... mal…, como puedo estar si se ha muerto mi marido, ¡mal!… ¡que cosas me preguntan…! No lo tengas muy en cuenta..., tiene su explicación: ¡¡¡la muerte nos aterroriza!!!
Quizás encuentres algo de alivio en hablar con otras viudas o personas de tu entera confianza, o si escribes una carta a tu marido, o le hablas a su foto, o escribes un diario sobre lo que te está ocurriendo, o preparas un álbum de fotos de cuando él vivía...
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Puede que notes...
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... y que sientas...
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¿Qué puedes hacer para sentir cierto alivio y consuelo?
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Piensa que... no estás enferma... solamente estás penando tu pérdida, llorándola..., que sufres toda tú, tu cuerpo y tu espíritu, y por eso te duele todo..., te duele hasta el alma, estás mal, tus tripas, tu corazón, tu cabeza, tus nervios... toda tú..., y para esto... no hay medicamentos, por eso a veces es tan difícil que encuentres ayuda profesional. Sin embargo, poco a poco, vamos tomando conciencia de que podemos ayudar, y en eso estamos…
Finalmente... ¡¡recuerda que todos somos diferentes y únicos!!... y que por lo tanto esto te ha podido servir... o no... o incluso enfadarte más... ¡¡todo puede ser!!
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