Dependemos de la naturaleza no solo para nuestra supervivencia
física. También necesitas a la naturaleza para que nos enseñe el camino a casa,
el camino de salida de la posición de nuestras mentes. Nos hemos perdido en el
hacer, en el pensar, en el recordar, en el anticipar. Estamos perdidos en
un mundo de problemas…propios del siglo XXI. Hemos olvidado lo que las rocas,
las plantas y los animales ya saben. Nos hemos olvidado de SER: de
ser nosotros mismos, de estar en silencio, de estar donde está la vida:
AQUÍ Y AHORA
Llevar la atención a una piedra, al árbol o a un animal no
significa “pensar en ellos”, sino simplemente percibirlos, darte cuenta de
ellos, sentir que están.
Entonces ellos te transmiten algo de su esencia. Sientes lo
profundamente unificado con lo que ES y con donde está al darte cuenta de ello,
tú también entras en un lugar de profundo reposo dentro de ti mismo.
Cuando caminas o descansas en la naturaleza, honra ese reino,
permaneciendo allí plenamente. Serénate. Mira. Escucha.
Disfruta.
Observa cómo cada planta y animal son completamente ellos
mismos. Auténticos. Sin artificios ni falsedad. No viven a través de
imágenes mentales de sí mismos y por eso no tiene que proteger y potenciar esas
imágenes.
Todas las cosas naturales, además de estar unificadas consigo
mimas, están unificadas con la totalidad.
No se han apartado del entramado de la totalidad reclamando una
existencia separada: “yo”, el gran creador de conflictos.
Tú no creaste tu cuerpo y tampoco eres capaz de controlar las
funciones corporales.
En tu cuerpo opera una inteligencia mayor que la mente
humana. Es la misma inteligencia que lo sustenta todo en la
naturaleza. Para acercarte al máximo a esa inteligencia, sé consciente de
tu propio campo energético interno, siente la vida, la presencia que anima el
organismo.
Cuando percibes la naturaleza, tan solo a través de la
mente, a través del pensamiento, no puedes sentir su plenitud de vida, de
ser. Únicamente ves la forma y no eres consciente de la vida que la
anima, del misterio sagrado.
El pensamiento reduce la naturaleza a un bien de consumo, a un
medio de conseguir beneficios, conocimientos o algún otro propósito práctico.
Observa, siente un animal, una flor, un árbol, y mira como
descansa el ser. Cada uno de ellos es el mismo. Tienen una enorme
dignidad, inocencia, santidad.
En el momento en que miras más allá de las etiquetas mentales,
sientes la dimensión inefable de la naturaleza que no puede ser comprendida por
el pensamiento.
Es una armonía, una sacralidad que además de compenetrar la
totalidad, también está dentro de ti.
El aire que respiras es natural, como el propio proceso de
respirar. Dirige la atención al respirar y date cuenta
que no eres tu quien respira. La respiración es natural.
Conecta con la naturaleza del modo más íntimo e interno
percibiendo tu propia respiración y permaneciendo en ella. Es una
práctica muy pura y energética. Produce un cambio de conciencia que te
permite pasar del mundo conceptual del pensamiento al ramo de la conciencia
incondicionada.
Necesitas que la conciencia te enseñe y ayude a reconectarte
con tu ser. No estás separado de la naturaleza. Todos somos parte de la
Vida Única que se manifiesta en incontables formas en el universo, formas que
están todas ellas interconectadas.
Cuando reconoces la santidad, la belleza, increíble quietud y la
dignidad con las que una flor o un árbol existen, tu añades algo a ese árbol o
a esa flor.
Pensar es una etapa en la evolución de la vida. La
naturaleza existe en una quietud inocente que es anterior a la aparición del
pensamiento. Cuando los seres humanos se aquietan van más allá del
pensamiento. La quietud que está más allá del pensamiento contiene una
dimensión añadida de conocimiento, de conciencia.
La naturaleza puede llevarte a la quietud. Ese es su regalo
para ti. Cuando percibes la naturaleza y te unes a ella en el campo de quietud,
este se llena de tu conciencia. Ese es tu regalo a la naturaleza. A
través de ti, la naturaleza toma conciencia de sí misma. Es como si la
naturaleza te hubiera esperado millones de años para hacerlo.