Goleman:
...
“Para los niños de la clase de jardín de
infancia de la señorita Ansel era un día muy especial. Esto no significa
que cada día no fuera especial en el aula pintada de colores brillantes con
una enorme locomotora de juguete utilizada como área de lectura y cubículos
llenos de libros y juguetes. Pero hoy, la clase recibiría a un importante
visitante que jugaría con los niños un juego divertido en el que cada uno
tendría su turno.
Barry, un niño de cuatro años, fue el
primero en ser seleccionado para este juego que estaba intencionalmente
concebido para ser demasiado difícil para los niños. El visitante, un investigador
en el desarrollo infantil, le mostró a Barry una bola de metal brillante que
estaba sobre una plataforma unida a una torre.
-Es como un pequeño ascensor – le dijo
–. Debes levantar la plataforma hasta la punta de la torre sin que caiga
la bolita.
Al primer intento de Barry, la bola cayó
casi de inmediato. La segunda vez, volvió a caer y rodó por la mesa, luego
por el piso hasta el rincón. Al tercer intento, Barry logró levantar la
bola hasta una cuarta parte del camino hacia la punta de la torre antes de
que volviera a caer. Su cuarto intento no fue mejor que el primero.
-¿Crees que podrás hacer esto? –
preguntó el visitante en un tono neutro.
-¡Oh sí! – respondió Barry con
entusiasmo y volvió a intentarlo.
Barry era representativo del resto de
los niños de su clase de jardín de infancia que participaron en este experimento
sobre automotivación. Aunque los niños trataron varias veces de levantar
la bolita sin éxito, cada uno de ellos señaló que, a la larga, lograría llevar
a cabo la tarea.
Los niños pequeños tienen naturalmente
confianza en sí mismos, inclusive frente a desventajas insuperables y
fracasos repetidos. Como creadora del experimento de la torre, Deborah Stipek
señala: “Hasta la edad de seis o siete años, los niños mantienen expectativas
elevadas de éxito a pesar de un desempeño deficiente en intentos
anteriores… esperan casi invariablemente poder colocar la plataforma en la
cima, aun cuando la bolita hubiese caído en los cuatro intentos anteriores”.
Las cualidades demostradas por los niños
de la clase de jardín de infancia de la señorita Ansel – persistencia,
optimismo, automotivación y entusiasmo amistoso – forman parte de lo que
se denomina inteligencia emocional. La inteligencia emocional, o CE, no se
basa en el grado de inteligencia de un niño, sino mas bien en lo que
alguna vez llamamos características de la personalidad o simplemente
“carácter”. Ciertos estudios están descubriendo ahora que estas capacidades
sociales y emocionales pueden ser aun más fundamentales para el éxito en la
vida que la capacidad intelectual. En otras palabras, tener un CE elevado
puede ser más importante para tener éxito en la vida que tener un CI
elevado medido por un test estandarizado de inteligencia cognoscitiva
verbal y no verbal.
UNA NUEVA FORMA DE CRIAR A LOS NIÑOS
Muchos profesionales en ciencias sociales creen que los problemas de los niños de hoy pueden explicarse por los cambios complejos que se han producido en las pautas sociales en los últimos cuarenta años, incluyendo el aumento del porcentaje de divorcios, la influencia penetrante y negativa de la televisión y los medios de comunicación, la falta de respeto hacia las escuelas como fuente de autoridad, y el tiempo cada vez mas reducido que los padres le dedican a sus hijos.
Aceptando por un momento que los cambios sociales resultan inevitables, se plantea entonces la
siguiente pregunta: ¿qué puede usted hacer para criar a niños felices, saludables y productivos? La respuesta puede sorprenderlo. Tiene que cambiar la forma en que se desarrolla el cerebro de su hijo.
QUE UNA SONRISA LE SIRVA DE PARAGUAS
La serotonina es sólo una de las sustancias químicas, denominadas neurotransmisores, que producen nuestras reacciones emocionales, al transmitir mensajes emocionales del cerebro a las distintas partes del cuerpo. La serotonina ha concentrado una atención especial en los últimos diez años debido al papel que desempeña para enfrentar el estrés y su importancia (a través de la droga Prozac) en el tratamiento de la depresión, los trastornos obsesivo-compulsivos y otros desórdenes psiquiátricos. Pero el psiquiatra Michael Norden sostiene en su libro Beyond Prozac (Más allá del Prozac) que podemos entrenar nuestros cerebros para producir naturalmente sorotonina a través de un medio tan simple como una dieta mas saludable, el ejercicio físico mas frecuente y la cantidad apropiada de sueño (se estima que la mitad de los adultos norteamericanos no duermen las ocho horas de sueño requeridas para que el cuerpo funcione en forma adecuada).
La serotonina es in duda importante para la vida emocional de un niño ya que influye en muchos sistemas corporales (temperatura corporal, presión sanguínea, digestión y sueño, sólo para nombrar algunos). Puede ayudar a los niños a enfrentar todo tipo de estrés inhibiendo una sobrecarga de energía para el cerebro. Los elevados niveles de serotonina se asocian a una disminución de la agresión y la impulsividad. Y sin embargo la producción de serotonina puede depender a veces de una simple sonrisa. Robert Zajonc y sus colegas señalan que cuando uno sonríe sus músculos faciales se contraen, disminuyendo el flujo sanguíneo de los vasos cercanos. Esto enfría la sangre, lo cual disminuye la temperatura de la corteza cerebral, provocando la producción de serotonina. Cuando decimos a nuestros niños “sonrían” y las cosas irán mejor, tenemos toda la razón. Las cosas pequeñas pueden ser realmente importantes.
TRUCOS, CAPACIDADES, HÁBITOS Y JUEGOS: LA RECETA PARA UN CE ELEVADO.
Nuestra nueva comprensión de la neuroanatomía y la psicología del desarrollo brindan a los padres muchas oportunidades de ayudar a sus hijos a desarrollar un CE elevado; esperemos que descubran decenas de ideas útiles para ayudar a sus hijos a medida que lean estas páginas. Algunas de las ideas que presento las he denominado “trucos”, maneras simples de producir un efecto instantáneo para cambiar el comportamiento de sus hijos. Por ejemplo, cuando trabajo con niños inclinados a pelearse con otros, les enseño la “técnica de la tortuga”.
Una vez trabajé con Sam, un niño de siete años que se peleaba diariamente en el patio de recreo. Le dije a Sam que cuando sintiera que estaba a punto de pelearse, debía imaginar que era una tortuga que se retiraba dentro de su caparazón. Debía mantener los brazos a los costados del cuerpo, los pies juntos, y bajar la barbilla hasta el cuello. Debía hacer esto mientras contaba lentamente hasta diez, respirando profundamente en cada número.
Una técnica como esta puede ser simple y divertida para que los niños pequeños la aprendan, pero en realidad se trata de un truco psicológico. Al mantener juntos los brazos y las piernas, Sam no podía ni golpear ni patear. Cuando contaba hasta diez respirando profundamente a medida que lo hacía, le estaba enviando un mensaje al cerebro para que moderara la producción de sustancias bioquímicas (denominadas catecolaminas) que hubiesen aumentado su excitación asociada a la agresión y la probabilidad de pelear. Al bajar la barbilla hasta el cuello, interrumpía el contacto visual con su presunto adversario. Al hacerlo, perdía la voluntad de pelear (es prácticamente imposible pelear con alguien a quien uno no ve).
¿QUÉ ES LA INTELIGENCIA EMOCIONAL?
El término “inteligencia emocional” fue utilizado por primera vez en 1990 por los psicólogos Peter Salovey de la Universidad de Harvard y John Mayer de la Universidad de New Hampshire. Se lo empleó para describir las cualidades emocionales que parecen tener importancia para el éxito. Estas pueden incluir:
• La empatía.
• La expresión y comprensión de los sentimientos.
• El control de nuestro genio.
• La independencia.
• La capacidad de adaptación.
• La simpatía.
• La capacidad de resolver los problemas en forma interpersonal.
• La persistencia.
• La cordialidad.
La popularidad del libro de Goleman y la atención que despertó en los medios prueba que la gente comprende en forma intuitiva el significado y la importancia de la inteligencia emocional, y reconoce al CE como un sinónimo abreviado de este concepto, de la misma forma en que reconoce que el CI es un sinónimo de la inteligencia cognoscitiva.
Las capacidades del CE no se oponen al CI o a las capacidades cognoscitivas sino que interactúan en forma dinámica en un nivel conceptual y en el mundo real. Idealmente, una persona puede destacarse tanto en las capacidades cognoscitivas como en las sociales y emocionales, como fue el caso de algunos de nuestros mayores líderes. D
• La amabilidad.
• El respeto.
El bestseller de 1995, Emotional Intelligence de Daniel Goleman f
“Según muchos estudios, los niños de familias autoritarias que ejercen un control rígido no la pasan muy bien (…) Tienden a ser infelices y reservados, y tienen dificultades para confiar en los demás. Presentan los niveles mas bajos de autoestima (comparados con los niños educados por padres que no ejercen un control tan marcado)”.
El padre permisivo, por otra parte, busca mostrar la mayor aceptación y transmitir el mayor aliento posible, pero tiende a ser muy pasivo cuando se trata de fijar límites o de responder a la desobediencia. Los padres permisivos no imponen exigencias fuertes y ni siquiera tienen metas muy
claras para sus hijos, creyendo que se les debería permitir un desarrollo conforme a sus inclinaciones
naturales.
Los padres autorizados, contrariamente a los padres autoritarios y a los permisivos, logran equilibrar límites claros con un ambiente estimulante en el hogar. Ofrecen una orientación, pero no ejercen control; dan explicaciones para lo que hacen permitiendo al mismo tiempo que los niños contribuyan en la toma de decisiones importantes. Los padres autorizados valoran la independencia de sus hijos pero los comprometen con criterios elevados de responsabilidad hacia la familia, los pares y la comunidad.
El comportamiento dependiente e infantil es desalentado. Se alienta y elogia la competencia. Tal como podría esperarse, numerosos estudios consideran que los padres autorizados tienen el estilo que puede permitir el crecimiento de niños con confianza en sí mismos, independientes, imaginativos, adaptables y simpáticos con grados elevados de inteligencia emocional.
....
....