Cuida lo que piensas para desarrollar todo tu potencial


Los pensamientos están vivos y llenos de energía por ello merece mucho la pena que cuidemos lo que pensamos y si son negativos los sustituyamos rápidamente por unos positivos. 

Parece difícil, pero  es cuestión de entrenamiento y nos sorprenderá ver cómo  cambiamos un pensamiento negativo por uno positivo de forma casi inconsciente y rápida, entrenemos en el gimnasio mental.

No hay errores en la vida, sólo lecciones. No existe una experiencia ne­gativa, sino sólo oportunidades que hay que aprovechar para avanzar y entrenar el autodominio. De la lucha surge la fuerza. Incluso el dolor puede ser muy buen maestro. Cuando te inspira un objetivo importante, un proyecto ex­traordinario, todos tus pensamientos rompen sus ataduras, tu mente supera los límites, tu conciencia se expande en todas di­recciones y tú te ves en un mundo nuevo y maravilloso. Las fuerzas, facultades y talentos ocultos cobran vida, y descubres que eres una persona mejor de lo que habías soñado ser.

«El precio de la grandeza es la responsabilidad sobre cada uno de tus pensa­mientos» Winston Churchill 

Transcribo una exposición que me ha gustado mucho, como siempre, y le doy gracias por sus artículos:


El paso más importante que tenemos que dar para dejar de quejarnos es el de separar los hábitos negativos de nuestra identidad personal. Un error común que comentemos los que nos quejamos todo el tiempo es el de auto-identificarnos con los pensamientos negativos que pasan por nuestra mente: 


“Sé que soy responsable de mis pensamientos, pero no sé cómo hacer para dejar de pensar negativamente todo el tiempo.” Eso parece un paso en la dirección correcta, y en cierto sentido lo es, pero también es una trampa. Está bien tomar responsabilidad por nuestros pensamientos, pero no querramos identificarnos con esos pensamientos al punto en el que lleguemos a culparnos y a sentirnos peor.

Una afirmación más adecuada sería, “Reconozco estos pensamientos negativos que pasan por mi mente, pero yo no soy esos pensamientos. A medida que elevamos nuestra consciencia, podemos reemplazar esos pensamientos negativos por otros positivos. Nosotros tenemos el poder de cambiar nuestra forma de pensar pero el truco es mantener a nuestra consciencia fuera del barrial de culpa. Observemos que si bien estos pensamientos pasan por nuestra mente, nosotros no somos ellos, nosotros somos el conducto conducto consciente por el que ellos fluyen. El secreto de cómo dejar de quejarnos consiste justamente en un cambio en la forma de pensar y para ello debemos aprender a reconocer algunos condicionamientos.

Condicionamiento mental: Aunque nosotros no somos nuestros pensamientos, pero si repetimos los mismos pensamientos una vez tras otra terminarán condicionando nuestra mente irremediablemente. Esta es la razón por la que el pensamiento negativo es tan adictivo. Si nos empecinamos en tener pensamientos negativos condicionaremos a nuestra mente a esperar y desear esas entradas continuas. Nuestras neuronas tendrán la capacidad de aprender a predecir la re-ocurrencia de los estímulos negativos, prácticamente nos convertiremos en un imán de negatividad. Para aquellos que tenemos este esquema de pensamientos dejar de quejarnos puede parecer una tarea titánica.

La trampa del pensamiento negativo: Esta es una situación complicada para escapar porque es auto-perpetuante, como lo sabe cualquiera que esté atrapado en el circuito del pensamiento negativo. Nuestras experiencias negativas alimentan nuestras expectativas negativas, lo que termina atrayendo nuevas experiencias negativas (dejar de quejarse se vuelve cada vez más difícil). Tan difícil es escapar del patrón de pensamientos negativos que la mayoría de las personas que entramos en él no conseguimos salirnos en toda nuestra vida. Incluso cuando nos alzaremos en contra de nuestra propia negatividad, seguiremosn perpetuándola sin saberlo mientras sigamos identificados con ella. Si nos castigamos por ser muy negativos, simplemente estaremos reforzando el patrón (no lo estaremos rompiendo).


La mayoría de las personas que estamos atascadas en esta trampa permaneceremos allí hasta que podamos elevar nuestra consciencia (primer paso para dejar de quejarse). Tienen que reconocer que estamos atrapados y que tendremos que seguir en el esfuerzo de luchar contra nuestra negatividad mientras sigamos identificados a ella (batalla que nunca podremos ganar). 


La solución que más nos gusta es dejar de luchar y rendirnos. En lugar de resistir la negatividad por anticipado, reconozcamos y aceptemos su presencia. Esto finalmente tendrá como efecto una elevación de nuestra consciencia. Nada resultará tan efectivo para el que quiere dejar de quejarse.

Superando la negatividad: Podemos aprender a abrazar los pensamientos negativos que atraviesan nuestra cabeza y de esta manera trascenderlos. Dejémoslos aparecer pero no nos identifiquemos con ellos porque nosotros no somos esos pensamientos. Empecemos a interactuar con ellos como un observador. Se dice que la mente es como un mono hiperactivo, cuanto más peleamos con el mono, más hiperactivo se vuelve. Entonces, relajémonos y observemos al mono hasta que se agote.


Reconozcamos también que ésta es la razón por la que estamos aquí, para vivir nuestra vida actual como un ser humano, para desarrollar nuestra consciencia. Si estamos llenos de negatividad, nuestro trabajo será desarrollar nuestra consciencia al punto en el que podamos aprender a permanecer concentrados en lo que deseamos, en crear de forma positiva en vez de hacerlo de manera destructiva. Puede que nos tome más de una vida conseguirlo pero eso está bien. Nuestra vida siempre estará reflejando el contenido de nuestra consciencia, si no nos gusta lo que nos está sucediendo, eso es porque nuestra habilidad en creación consciente sigue sin desarrollarse.

Creación consciente: Si necesitamos varias vidas más para trabajar sobre nuestra negatividad es aceptable porque somos libres de tomarnos todo el tiempo que queramos. La creación consciente es una gran responsabilidad y puede que aún no nos sintamos listos para ella. Por ello, hasta ese momento vamos a perpetuar el patrón de pensamiento negativo para mantenernos alejados de esa realización. Debemos admitir que la idea de ser el creador primario de todo lo que existe en nuestra realidad actual es un tanto sobrecogedora. Qué vamos a hacer con nuestra vida? Qué hay si lo echamos a perder? Qué sucederá si hacemos que todo termine siendo un desastre? Y qué si damos lo mejor de nosotros y fracasamos? Estas dudas te mantendrán en un patrón de negatividad como una forma de evitar esa responsabilidad.


Desafortunadamente, este escapismo tiene consecuencias. La única manera en la que los verdaderos creadores pueden negar la responsabilidad en sus creaciones es comprar la ilusión de que no están creando nada. Esto significa que tenemos que volver nuestra propia energía creativa contra nosotros mismos, utilizamos nuestra fuerza para hacernos débiles.

La razón por la que tal vez estemos atrapado en un patrón de pensamientos negativos en este momento es que, en algún punto, nosotros lo hemos elegido. Consideramos que la alternativa de aceptar la responsabilidad total por todo lo que sucede en nuestra realidad sería peor. Es demasiado para nosotros, por ello, volvimos nuestros propios pensamientos contra nosotros mismos para evitar esa increíble responsabilidad. Y seguiremos en un patrón de manifestaciones negativas hasta que estemos listos para aceptar nuevamente parte de esa responsabilidad de nuestra parte.


La negatividad no tiene por qué ser una condición permanente, todavía tenemos la libertad para elegir de otra manera. En la práctica esta realización normalmente sucede en las capas de consciencia no desarrolladas. Empezamos a aceptar y abrazar más y más responsabilidad por nuestra vida.


Asumiendo la responsabilidad total: La solución real al quejarse es la responsabilidad. Debemos decirle al universo:

  • Quiero aceptar más responsabilidad por todo lo que me sucede.
  • Si soy infeliz, es porque lo estoy creando.
  • Si hay un problema en el mundo que me molesta, soy responsable de arreglarlo.
  • Si alguien tiene alguna necesidad, soy responsable de ayudarlo.
  • Si quiero algo, queda en mí el conseguirlo.
  • Si quiero que haya ciertas personas en mi vida, debo atraerlas e invitarlas a estar conmigo.
  • Si no me agradan mis circunstancias presentes, debo terminar con ellas. Por otro lado, también puede ser de ayuda el tomar responsabilidad por todo lo bueno que ocurre en nuestra vida. Las cosas buenas no nos ocurrieron porque sí, nosotros las creamos. Démonos una palmada en la espalda por lo que nos gusta, pero no creamos que debemos fingir disfrutar lo que claramente no nos gusta. Aceptemos la responsabilidad por todo y en la medida que podamos hacerlo.
El quejarse es la negación de la responsabilidad y el culpar es sólo otra forma en la que evitamos ser responsable. Pero esta negación de todas maneras ejerce su propio poder creativo.

La creación consciente es efectivamente una responsabilidad extraordinaria. Simplemente no existe un sustituto para crear una vida de alegría incluso si se requiere el tomar responsabilidad por toda la basura que no deseamos y que hemos manifestado hasta ahora.


Cuando nos encontramos quejándonos, detengámonos y preguntémonos si deseamos seguir negando la responsabilidad por nuestra realidad o si preferimos recuperar un poco de esa responsabilidad. Tal vez estemos listos para asumir más responsabilidad, o tal vez no, pero hagamos lo posible para tomar esa decisión conscientemente. 


Queremos compasión por crear lo que no queremos o queremos felicitaciones por crear lo que queremos? Una persona que realmente quiere dejar de quejarse empezará por asumir su responsabilidad total.

Pia Sanchez
The Path for Healing



Cuento:

Un joven se fue de su casa para estudiar con un sabio maestro. 
Cuando conoció al vie­jo sabio, le preguntó: «¿Cuánto tardaré en ser tan sabio como tú?» 
La respuesta no se hizo esperar: «Cinco años.» 
«Eso es mucho tiempo», replicó el muchacho. «¿Y si trabajo el doble?» 
«Entonces tardarás diez», contestó el maestro, a lo que el mu­chacho protestó: «Eso es demasiado tiempo. ¿Y si estudio tam­bién por las noches?» «Quince años», dijo el sabio. 
«No lo comprendo», replicó el chico. «Cada vez que prometo dedicar más energías, tú me dices que tardaré más en lograr mi objeti­vo. ¿Por qué?» 
«La respuesta es muy sencilla. Si tienes un ojo puesto en el destino que esperas alcanzar, sólo te queda otro para que te guíe en el viaje.»