«El síndrome Niágara». A. Robbins


La vida es como un río, al que se salta en ocasiones sin haber decidido realmente dónde se quiere ir a parar. Por ello, no tardamos en sentirnos arrastrados por la corriente, por los acontecimientos, los temores, los desafíos. Cuando se chapotea en el agua, no se decide conscientemente a dónde se quiere ir, o cuál es la dirección correcta que tomar. Nos limitamos a «dejarnos llevar por la corriente». Nos convertimos en parte de la masa de gente dirigida por las circunstancias, en lugar de por sus propios valores. Por último, nos sentimos fuera de control.


Permanecemos en este estado inconsciente hasta que un buen día nos despierta el estruendo del agua, para descubrir que nos encontramos a pocos metros de las cataratas del Niágara, en un bote sin remos. Y en ese momento exclamamos: « ¡Oh, mierda!» Pero para entonces ya es demasiado tarde. Se cae irremisiblemente por la catarata. A veces, se trata de una caída emocional. Otras veces, es física. Otras, se trata de una caída financiera. Es muy probable que los desafíos a los que usted se enfrenta actualmente en su vida se hubieran podido evitar tomando mejores decisiones cuando aún estaba corriente arriba.

¿Cómo podemos cambiar las cosas si nos vemos atrapados por el ímpetu de la corriente del río?   O bien toma la decisión de meter los dos remos en el agua y empezar a remar como un loco hacia una nueva dirección, o bien decide planificar por adelantado. Establezca un curso hacia el que quiera dirigirse realmente, y hágase un plano o un mapa, para poder tomar decisiones cualificadas a lo largo del camino



Las tres decisiones que controlan su destino son:

1. Sus decisiones acerca de en qué enfocar la atención.
2. Sus decisiones acerca de lo que significan las cosas para usted.
3. Sus decisiones acerca de qué hacer para llegar a los resultados que desea alcanzar.


La verdad es que no hay nada que no pueda usted conseguir si:

1) decide claramente qué es lo que quiere comprometerse a alcanzar;
2) está dispuesto a emprender una acción a gran escala;
3) observa lo que funciona y lo que no, y
4) continúa cambiando su aproximación al tema hasta lograr lo que desea, usando todo aquello que la vida le ofrezca a lo largo del camino.

A. Robbins