"Necesitamos que cada uno aflore, desde lo más interno de su ser, a esa semilla que quedó sembrada desde el momento de su nacimiento, a esa semilla a la que hemos llamado el niño interno y que, a medida que vamos creciendo y adaptándonos a las circunstancias de la vida, va quedando encerrada, ahogada, bajo el peso de una personalidad que se engruesa, se endurece y se vuelve inflexible; esa libertad de soñar y de actuar, sin normas, sin reglas, siguiendo únicamente el impulso del espíritu que alberga, y que a medida que maduramos va quedando limitada, encerrada, canalizada y sujeta a los permanentes juicios de una conciencia que ha sido impuesta por la sociedad".
La Madre KWAN YIN